martes, 5 de enero de 2010

Llama

Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge.
¿No será, cada lumbre, un cáliz que recoge
El calor de las almas que pasan en su viaje?



Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas,
Lo mismo que las almas taciturnas y buenas.
Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Hay otras casi rojas: espíritu de rosas.



Yo respeto y adoro la luz como si fuera
Una cosa que vive, que siente, que medita,
Un ser que nos contempla transformado en hoguera.



Así, cuando yo muera, he de ser a tu lado
Una pequeña llama de dulzura infinita
Para tus largas noches de amante desolado.

La pequeña llama, Juana Fernandez Morales

1 comentario:

  1. He tenido de esas noches, y son terribles.
    Lo bueno es que fue hace mucho, que si no no sé bien qué sería de mi corazón.

    Un muy fuerte abrazo.

    ResponderEliminar